Duro como el acero, Parte 1: En el principio

La vida está llena de peligros e incertidumbre. Casi a diario vemos reportes de noticias sobre violencia y terrorismo. Algunas veces pareciera que la fe está siendo asediada. El 2015 fue el año en el que vivimos la mayor persecución cristiana en la historia moderna. Más de 7,100 cristianos fueron ejecutados por razones relacionadas con la fe, 2,400 iglesias fueron destruidas o dañadas. En medio de la incertidumbre es realmente difícil no tener miedo. Pero Jesús nos ofrece otra opción.

Duro como el acero, Parte 2: Fija tu mirada

El Nuevo Testamento registra de que los primeros cristianos no tenían miedo a las pérdidas. Eran desinteresados y confiaban. Ellos no eran arrogantes ni pretendían poder hacerlo todo por si mismos. Ellos eran humildes porque su confianza no estaba en ellos mismos; estaba en Jesús. Esa fe en quien era Jesús y lo que había hecho por ellos los liberó para amar a otros valientemente. ¿Es nuestra fe así? ¿Cómo cambiarÍa nuestro mundo si así fuera?

Duro como el acero, Parte 3: Nuestro “hubo una vez”

Hubo un tiempo en el que Jesús se enfrentó a la injusticia de un imperio y a la hipocresía del templo. Él nos presentó a Dios como el Padre. Él enseñó a sus seguidores a que amaran a sus enemigos y perdonaran a todos. Jesús nunca escribió una palabra ni viajó más lejos de lo que podía caminar, pero enseñó una manera de pensar, creer y de comportarse, que aunque parecía extraña e impráctica, cambio al mundo para siempre. Jesús no ha terminado de cambiar al mundo. Él nos llama a cada uno de nosotros a enfrentar a la injusticia, a amar a nuestros enemigos, a poner la otra mejilla y a seguirlo.